martes, 30 de diciembre de 2014

Se nos ha ido un amigo

Maldigo el día el cual tuve que leer en la crónica de las esquelas de Oviedo (Diario La Nueva España), el nombre de una persona muy querida, el nombre de Eduardo Suárez Pevida, Pevida para los amigos.
La injusticia de la vida -como dice nuestro amigo común Juan Nicieza-, es sólo eso, injusticia. Los mangantes, trapaceros, sinvergüenzas, mala gente, miserables, parece que siempre están, que sobreviven a cualquier circunstancia -ya lo dice el refrán español de "mala hierba nunca muere"-, y aquellos que merecen la pena se van, a menudo sin despedirse, mucho antes de tiempo. La parca es así, a menudo elige mal. Debe de tener desviado el punto de mira de su guadaña.
Hace casi tres años, escribí en este blog sobre el reecuentro con una parte de mi pasado, con una parte dulce y provechosa, con una parte que merece recordar por no tener nada de negativa. Después de muchos años, pude contactar con una de esas personas que siempre recordarás con cariño, afecto y amor. Contacté con Eduardo, con Pevida, amigo inútil en el baloncesto, pero valiosísimo en la vida, hace casi tres años, y, con alegría escribí el post que reproduzco a continuación.
La verdad es que no se que decir, y quiero enviarle a su querida mujer, Pili y a sus hijas, que desgraciadamente no conozco, un sentido abrazo de una persona que podía presumir de ser su amigo.
¡Allá donde te encuentres, descansa en paz amigo Eduardo!

                                                                                                                       

domingo, 10 de abril de 2011

EL GUSTO ES MIO

¡Qué gusto da a veces encontrarte con tu pasado! Estaba hoy esperando mi enésimo vuelo, cuando en mi tableta aparece un mensaje llegado desde la Galicia de verdad, la española, en el que una persona muy querida por mi contactaba conmigo después de tropecientos años.
Buenos recuerdos estudiantiles, con sus veladas en el Reconquista, con aquellas tardes en el Windsor de Caveda, y con los porrones de El Manantial. Fines de semana madrileños con ligues de última hora y estancias en San Bernardo frente al Museo del Jamón. Lástima que el de Corral de Almaguer no hubiera sido Carbonero. El afectado, serio él, con una esposa de buen vino gallego sabe de que hablo. Buenos tiempos y mejores recuerdos, ahora que algunos pierden el pelo y otros la cabeza. No se que será peor. ¿Qué será de "la máquina" que decía Juan, de la chica de Burgos, de Silvia? ¿Y de aquel extranjero que hablaba en spanglish en un restaurante de Harztembusch? Tiempos que no volverán, pero que se estancan en ese hueco cerebral para no irse jamás.
Los amigos de juventud siempre están ahí. Nunca se van. Si se van, es para reencontralos en el más allá. Este no es el caso.
Yo desarraigado, que vivo en la terminal aérea, estoy hoy alegre porque me ha llegado al alma un recuerdo del pasado. Me ha llegado un amigo, un buen amigo. Y eso es oro puro.
El gusto es mío. El gusto por saber que estás bien. El gusto es por poder volver a verte, Eduardo.

Como pequeño homenaje a Eduardo, cuelgo la canción de Alberto Cortez,
CUANDO UN AMIGO SE VA

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