viernes, 7 de diciembre de 2012

Recuerdos de Iberia, Líneas Aéreas de España

Logotipos históricos de Iberia

Hace unos cuantos años, concretamente en mi época de estudiante universitario, contaba los días para que llegara el fin de curso en los primeros días del mes de julio. ¡Empezaban las vacaciones! Pero el motivo, aunque importante, no era ese. El motivo no era otro que iba a volver a volar en avión. Mi familia, se marchaba el primero de julio, y yo, que tenía los últimos exámenes me quedaba sólo en casa unos días. Los nervios que tenía la noche anterior al vuelo a Madrid desde mi Oviedo de residencia, eran fantásticos. Eran esos cosquilleos en el estómago típicos de cuando va a ocurrir un acontecimiento favorable. Temprano me levantaba, y no bien amanecía, salía yo con mi maleta y mis raquetas de tenis, hacia la parada de bus que Iberia tenía habilitada en la calle de Uría. En el autobús –de la empresa Blanco o Roces, no recuerdo bien-, me sentaba en medio siempre en ventanilla, con aires de ejecutivo agresivo, haciéndome el importante. Eran otros tiempos. Tiempos en los que como dice otro bloguero, la gente viajaba con corbata, y el viaje en avión te daba un “status” distinto.
Después de una hora aproximada de viaje –había que cruzar Avilés y Piedras Blancas-, se llegaba al templo, al antiguo aeropuerto de Asturias –antiguo, ya que era otra cosa, más chiquito, más entrañable-, y después de retirar del baúl de equipajes del autocar mi maleta, me acercaba al mostrador de facturación y obtenía, por fin, mi tarjeta de embarque. Asiento 2A siempre. Ventanilla en primera clase del Boeing 727, con tres motores y morro ceñudo, hasta la capital de España, y ventanilla en el DC9 de dos motores y más redondeado, desde Barajas hasta El Altet. ¡Todo el año ahorrando algo de la paga para poder permitirme ese lujo! El vuelo hasta Alicante, con parada –y casi fonda- en Madrid costaba 2.500 pesetas (15 €) en primera, con asiento rodeado de apoyabrazos fijos y con desayuno y “Benjamin” incluidos en la mañana, y vermouth rojo con aceitunas y almendras, al mediodía. Mediodía que empezaba en una silla de la terraza de la cafetería del aeropuerto de Madrid, con la visión de aterrizajes y despegues de aeronaves de distintas compañías. ¡Qué tiempos aquellos! (Ver Historia de Iberia)
Saco esto a colación, por las noticias que corren estos días referentes a la casi desmantelación de Iberia, Líneas Aéreas de España. Hoy leo que se anulan vuelos con El Cairo, con Atenas, con Estambul, con Santo Domingo y con La Habana (nunca se dejó de volar a Cuba, ni cuando Franco), entre otros. Se despedirán a unos cuantos miles de trabajadores, y se retirarán de servicio, 25 aeronaves. Aún recuerdo mi primer viaje de trabajo a Cuba, a bordo del último DC10 operativo con los colores corporativos de la “compañía de bandera” española. Porque era eso, era una “compañía de bandera”, que a todos aquellos que vivimos fuera de la península Ibérica, nos causaba una emoción cada vez que veíamos en algún aeropuerto un avión pintado con los colores nuevos o antiguos.
Lejos deben de quedar esos tiempos en los que era líder en transporte de pasajeros entre Europa e Iberoamérica. La fusión con los británicos –Drake, ¿no era británico?- de British Airways, formando IAG, en vez de producir sinergias positivas, desembocó en una cuenta de resultados llena de números rojos. Curiosamente, en el momento de la fusión, la azul compañía británica tenía pérdidas y beneficios la española. Un año después, se tornaron las cosas 360º. Si piensa usted mal, querido lector, acertará.
Mis recuerdos valen lo que valen. Son solo recuerdos. Como en el recuerdo quedará, una compañía aérea que fue el orgullo –pese a quien le pese- de España por todos las tierras donde sus aviones posaban sus pesados cuerpos.
Recuerden: “Con Iberia, ya habría llegado”. (Ver artículo)

1 comentario:

  1. ¡Fantástica historia estupendamente contada!
    De acuerdo contigo al cien por cien.

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